Entradas populares

sábado, 17 de diciembre de 2011

Entrada # 26

¿Cómo te va hoy, querid@ amig@?


En la entrada anterior te dije que nuestras células utilizan el dolor para persuadirnos de que las ayudemos a preservar la energía y la integridad de nuestro organismo.
  El dolor, como todo o casi todo en la naturaleza, funciona de manera sencilla pero eficaz. Simplemente nos obliga a tratar de evitarlo a toda costa y nuestra reacción ante él normalmente ayuda a nuestras células a mantenernos vivos.
  En el caso de la piedra que cae sobre nuestro pie, por ejemplo, generalmente reaccionamos tratando de aminorar el consecuente dolor y de evitar que nos caiga otra piedra o nos golpee alguna otra cosa. Esa reacción nuestra podría ayudar a incrementar nuestras probabilidades de supervivencia.
  En otras circunstancias, nuestras células nos inducen placer con la intención de persuadirnos de que las ayudemos a ahorrar y/o a sintetizar energía. Si comemos un pequeño trozo de pastel mientras estamos hambrientos, por ejemplo, nuestras células harán que ese bocado nos sepa a gloría. Con ello pretenden obligarnos a comer más pastel. ¿Por qué? Porque dicho alimento suele ser muy energético, por ende, mientras más pastel comamos, mayor será la cantidad de energía pondremos a disposición de nuestras células. 
  Así es como, por medio del dolor y del placer, dichos corpúsculos -las células- controlan en gran medida nuestras acciones, nuestras creencias, nuestros gustos y, por tanto, nuestro destino.
  ¿Cómo deduje que nuestras células, a pesar de que no pueden sentir ni pensar, son las que deciden qué debemos sentir en cada momento y se encargan de elaborar cada una de nuestras sensaciones?
  Esa deducción tuvo un origen curioso. En cierta ocasión escuché a un psicólogo decir que la risa hace que el cerebro de quien se ríe segregue endorfinas. No tuve que analizar muy detalladamente esa expresión para darme cuenta de que no concuerda con los postulados de la TAC. ¿Por qué? Eso te lo diré en la próxima entrega. Así que por hoy ya sólo te diré: ¡Hasta pronto y, gracias por tu atención!

No hay comentarios: