Entradas populares

viernes, 2 de diciembre de 2011

Entrada # 11

¿Cómo estás hoy, apreciable visitante?


Como recordarás, en la parte de la historia que te estoy narrando yo estaba tratando de confirmar o refutar mi hipótesis, la cual dice que los objetos que constituyen el universo no poseen cualidades propias. Descubrí que el color, que es una cualidad muy extendida entre los mencionados objetos, está básicamente hecho de sensaciones.
Después de eso, la pregunta lógica era: ¿constituirán las sensaciones la  materia prima de todas las cualidades? 
Para tratar de investigar eso, empecé por examinar los atributos que consideré más sencillos, es decir aquellos que tienen relación directa con nuestros sentidos como el olor, el sabor, y el sonido. 
Lógicamente, pensé que si resultaba que estas otras propiedades de los objetos eran, al igual que el color, sólo interpretaciones de nuestro cerebro, eso significaría que también estaban hechas de sensaciones.
Y, efectivamente, el olor, el sabor y el sonido resultaron ser sólo interpretaciones escefálicas o reacciones de nuestras neuronas. En el caso del olor, por ejemplo, las células olfatorias reciben los estímulos químicos provenientes de las sustancias volátiles que entran en nuestra nariz, esos estímulos se transforman en impulsos nerviosos y viajan hasta los centros olfatorios de la corteza cerebral, ahí son procesados e interpretados.
Basado en estos datos, tiempo después calculé que, por el sólo hecho de que esa zona de nuestra corteza se active, experimentamos ciertas sensaciones a las cuales llamamos olores. A las sensaciones que experimentamos cuando se activan otras partes de la corteza las llamamos sabores, sonidos, etcétera. Así, fue fácil deducir que el color, el sabor, el sonido y demás cualidades, a las que podríamos llamar "primarias", están hechas de sensaciones. Pero, ¿que hay de las cualidades que no se experimentan directamente, como la belleza o la bondad?
A estas últimas cualidades podríamos llamarlas "secundarias", ¿por qué? Porque son más artificiales -si eso es posible- que los atributos primarios, y es que, para experimentar alguna de las cualidades primarias, como el olor, por ejemplo, sólo debemos exponernos a algunas moléculas de las que llamamos odoríferas y percibiremos algún olor, aunque no sepamos identificarlo. En cambio, para percibir la bondad, por ejemplo, debemos contar con los antecedentes apropiados. Podríamos decir, aunque no sea del todo exacto, que las cualidades primarias las percibimos inconscientemente, mientras que para detectar los atributos secundarios necesitamos el auxilio de nuestra consciencia.
   Por el momento ya tengo que despedirme.
¡Muchas gracias por tu atención! 


      

No hay comentarios: