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sábado, 30 de junio de 2012

Entrada # 46

¡Te saludo de nuevo, mi cortés amig@!


Nuestro cerebro está en buenas condiciones de salud pero, por alguna razón, sólo un pequeño grupo de sus neuronas están moviéndose, lo cual nos produce sólo una sencilla sensación. Partiendo de esta situación, ¿qué debería ocurrir para que nacieran en nosotros nuevas sensaciones? Esta es la pregunta que dejamos pendiente en la entrada anterior. Y la respuesta es más o menos así: lo único que se requie es que el estado general del cerebro cambie en cierto grado.
  En otras palabras, si las neuronas que están activas se detuvieran o se movieran de manera distinta o si entrara en actividad cualquier otro grupo de neuronas, se produciría una o más sensaciones nuevas. 
  Otro detalle importante que debo mencionar aquí es que, cuando los estímulos que hacen que las neuronas se muevan no cambian suficientemente rápido, las neuronas dejan de reaccionar a ellos. Por eso es que en poco tiempo dejamos de percibir un ruido que no cambia para nada, como el del motor de la bomba de agua que mencioné antes, por ejemplo.
  Entonces, si los estímulos a los que se expone el cerebro no cambiaran nunca, éste no podría producir ninguna sensación, esa es la razón por la que digo que nuestras sensaciones dependen unas de otras. En otras palabras, nuestras sensaciones no nos dicen lo que hay en el mundo externo, como creemos, sino sólo nos  hablan de los cambios que se dan entre ellas.
  Ninguna de nuestras sensaciones tiene sentido por sí misma, sino sólo con relación a las demás. La sensación de que miramos una piedra grande, por ejemplo, no significa que la piedra que tenemos enfrente sea grande realmente, pues el tamaño de unas cosas depende del de otras.
  Seguiremos con este tema en la próxima entrada.
  ¡Gracias por tu visita!