Entradas populares

sábado, 31 de diciembre de 2011

Entrada # 39



¡Hola, mi gentil amig@!


En la entrada anterior te dije que la TAC no está obligada a respetar las leyes de la lógica. Eso se debe a que, entre sus postulados no hay ninguno que diga o implique que existe una realidad natural.
  Entonces, ¿eso que llamamos realidad es sólo un invento nuestro? Así es. ¿Por qué? Porque los elementos fundamentales no tienen cualidades y, por ende, no pueden formar una realidad, ni natural ni de ninguna otra clase.
  Ahora bien, ¿a qué se debe nuestra facultad de crear vida antes de tener vida?
  Para explicar eso, podríamos empezar por recordar que los tres elementos fundamentales son equivalentes entre sí, es decir, que la materia se puede volver energía y que ésta se puede convertir en movimiento. Eso significa que la materia, aunque no tiene ninguna cualidad propia, sí puede moverse, es decir, convertirse en movimiento por sí misma. 
  Pero no debemos confundir movimiento con desplazamiento. La materia puede moverse pero no puede desplazarse, ¿por qué? Porque el desplazamiento, por ser un atributo cien por ciento artificial no puede afectar a la materia ni ser afectado por ésta.
  Bien, el hecho de que la materia pueda moverse posibilita que podamos crear la vida antes de tener vida. ¿Cómo ocurre esto? Más o menos de la siguiente manera: Nuestros cuerpos, que no son más que conjuntos de pequeños trozos de materia, no tienen vida propia, pero sí pueden moverse. El movimiento de una parte de esa materia, el de nuestras neuronas, es lo que produce la vida. Al moverse, las neuronas producen sensaciones e inducen movimientos en nuestras células. El movimiento de éstas induce, a su vez, nuevos movimientos en las neuronas.  
  Por medio de ese intercambio de inducciones las neuronas dirigen en cierta medida las acciones de las células. A esta facultad de nuestras neuronas la llamamos razonamiento. Por medio de éste intentamos dar sentido a nuestras sensaciones y, al hacerlo, elaboramos no sólo la vida, sino también todo el mundo artificial.
  Bien, aquí termina la lección de hoy. 
  ¡Gracias por tu visita!    

viernes, 30 de diciembre de 2011

Entrada # 38

¿Cómo estás hoy, querid@ amig@!


En la entrada anterior te dije que la TAC implica que nosotros creamos la vida y que lo hacemos incluso antes de tener vida.
  La lógica nos dice que, para que podamos crear cualquier cosa, incluyendo la existencia, es indispensable que estemos vivos, eso significa que la mencionada implicación es totalmente ilógica.
  Esta situación sería fatal para una teoría común, es decir, para cualquiera de las tesis que pretenden describir el funcionamiento natural del universo. Afortunadamente, como ya te dije, la TAC no fue creada para describir tal funcionamiento, sino para mostrarnos un esquema práctico del cosmos. Es decir, un modelo universal que nos ayude a lidiar mejor con nuestro entorno y, por ende, a sacarle más provecho a nuestra estancia en el mundo.
  "La lógica es la ciencia de la demostración, porque se preocupa de dar reglas para alcanzar la verdad de evidencia inmediata, la que conocemos por medio de la demostración". Esta es más o menos la definición que tenía Aristóteles para la lógica. Otro pensador, cuyo nombre no recuerdo en este momento, dijo que la lógica es la madre de todas las ciencias.
  Yo estoy de acuerdo en que la lógica es la madre de las ciencias, de las teorías de casi cualquier tipo y, especialmente, de las tesis filosóficas, pero sólo si esas ciencias, tesis y teorías están basadas tácita o explícitamente en algunos postulados semejantes al siguiente: "El universo funciona regido por un conjunto de leyes naturales".
  Las teorías científicas o filosóficas que se rigen por esa clase de postulados sí deben respetar los dictados de la lógica. ¿Por qué? Porque esos postulados implican que existe en el universo una realidad natural, así que, cualquier tesis que esté basada en tales propuestas, queda obligada a intentar describir esa realidad de manera lógica. De hecho, para eso han sido creadas todas esas teorías.
  La TAC, por supuesto, no tiene esa clase de compromisos, pero de esto hablaremos en la próxima entrega.
  ¡Gracias por tu atención!

jueves, 29 de diciembre de 2011

Entrada # 37

¡Saludos, apreciable bloguer@!


No sé cual sea la respuesta que tienes para la pregunta: ¿a cuál de los dos mundos pertenece la vida? Pero, como te dije en la entrada anterior, si eres como la mayoría de la gente, lo más seguro es que estés dispuesto a jurar que la vida es un elemento cien por ciento natural. 
  Desgraciadamente, esa respuesta no coincide con lo que implica la TAC al respecto ya que ésta nos dice precisamente lo contrario, es decir, que la vida forma parte del mundo artificial.
  ¿Qué significa esa implicación de la TAC? Que nosotros elaboramos la vida. ¿Cuál vida? La nuestra y la de todo ser viviente conocido.
  ¿Cómo llegamos a esa conclusión desde los postulados de la TAC?
  Para ello, debemos tomar en cuenta que la vida no es más que una cualidad de la materia. Pero, como sabes, la materia no tiene atributos propios, así que se trata forzosamente de una cualidad artificial, por tanto, la vida es un producto elaborado por nosotros.
  Otra forma de deducir eso mismo es la siguiente: el primer postulado de la TAC nos dice que los elementos que constituyen el mundo natural son tres y solamente tres. Pero la vida no es uno de esos tres elementos, así que podemos estar seguros de que la existencia es un producto artificial.
  Ahora bien, todos los productos artificiales son obra nuestra, pero, ¿podemos elaborar la vida antes de tener vida? Es decir, si nosotros elaboramos toda la vida del planeta, ¿podemos empezar a crearla antes de haber elaborado la nuestra? 
  La respuesta a esta última pregunta es positiva, es decir, la TAC implica que ¡sí podemos crear vida antes de tener vida!
  Al principio de este modesto curso de filosofía te dije que la TAC tiene algunas implicaciones difíciles de aceptar. Una de ellas, como ya notaste, es la que acabo de mencionar. Pero, puedes estar segur@ de que existe una justificación para ella y de que empezaremos a hablar precisamente de esa justificación en la próxima entrada.
  ¡Gracias por tu visita de hoy!
    

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Entrada # 36

¡Bienvenid@, amig@ bloguer@!


Ayer te dije que el hecho de saber que existen muchísimos más elementos artificiales que naturales en el universo puede servirnos de algo. Ahora bien, ¿en qué nos beneficia eso? Puede ayudarnos a reconocer los elementos artificiales y a prestarles más atención ya que, si existen en tan enorme número, alguna importancia deben tener para nosotros. De hecho, la TAC nos dice que lo único que tiene importancia para nosotros son esos elementos, es decir, los objetos que están hechos con sensaciones. Eso significa que, para sobrevivir mejor en este mundo, debemos conocer muy bien esos objetos y aprender a manejarlos adecuadamente.
   Bien, ahora vamos a empezar a examinar el tercer postulado, el cual nos dice que el mundo artificial está formado por muchos millones de elementos artificiales. Y, como esta propuesta no exige que salgamos del tema que estamos tratando, voy a hacerte la siguiente pregunta: ¿sabes distinguir con precisión todos los elementos artificiales que componen tu mundo?
  Tú sabes, por supuesto, que los objetos artificiales son aquellos que no fueron hechos por la naturaleza, sino por el ser humano o por algún otro ser inteligente y sospecho que, si eres como la mayoría de nosotros, te sientes muy seguro de poder distinguir perfectamente todos esos elementos. 
  Desgraciadamente, en la práctica no resulta tan sencillo hacer esa distinción. ¿Por qué? Porque solemos creer a nivel inconsciente que muchos de los elementos artificiales que conocemos son naturales.
  ¿Qué contestarías, por ejemplo, si te preguntara si crees que la vida es un elemento natural?
  En la próxima entrada te diré qué es lo que implica la TAC al respecto, mientras tanto, sopesa la pregunta y calcula la respuesta que tienes para ella.
  ¡Gracias por interesarte en lo que escribo en este blog! 
  
  

martes, 27 de diciembre de 2011

Entrada # 35

¡Aquí estoy de nuevo, mi distinguid@ amig@!


En esta ocasión, como sabes, continuaremos con el examen del segundo postulado. 
  Para empezar, vamos a examinar un poco las siguientes dos preguntas: ¿son realmente naturales y, de verdad son tres los elementos fundamentales?
  Como quizá ya lo estarás imaginando, las respuestas a esas dos preguntas son negativas. 
  Dentro del esquema universal de la TAC, los elementos fundamentales no son realmente naturales. Esto se deduce fácilmente del postulado número cinco, mismo que dice que nada en el universo es genuinamente natural. ¿Por qué? Porque la naturalidad es un atributo, por tanto, no puede pertenecer realmente a ninguno de los tres elementos básicos. ¿Por qué, entonces, digo que esas substancias son naturales? Porque su presencia en el universo no depende de nosotros y porque, como ya dije antes, nuestras células nos obligan a concederles existencia genuina, natural y absoluta.
  La respuesta a la segunda pregunta es muy similar a la de la primera, pues se basa también en la falta de atributos de los elementos fundamentales, y es que, para que éstos pudieran formar realmente una cantidad, es decir, constituir un grupo de dos, tres, cuatro unidades, etcétera, tendrían que tener por lo menos una cualidad propia, la de ser sumables.
  Pero la TAC nos dice que los componentes fundamentales del universo son tres, ¿por qué? Porque, aunque en realidad es una sola substancia la que constituye todo el universo, ésta se nos presenta en tres formas distintas. 
  Cuando nos presenta su primera apariencia, la llamamos materia; a la segunda de esas formas la llamamos energía y, a la tercera, movimiento.
  Ahora bien, ¿qué implicaciones tiene el segundo postulado? Son varias, pero ninguna perece tener suficiente relevancia, excepto la siguiente: "En el universo existen muchísimos más elementos artificiales que naturales".
  Esta implicación podría dejarnos alguna enseñanza, pero de ello hablaremos en la siguiente entrada.
 ¡Gracias por visitar este blog! 

lunes, 26 de diciembre de 2011

Entrada # 34

¡Bienvenido a esta entrada, querid@ visitante!


Como recuerdas, en la entrada anterior te dije que para saber si el movimiento es relativo o no, casi lo único que tenemos que hacer es averiguar si dicho elemento es parte del mundo natural o del mundo artificial.
  Como podrás imaginar, al hablar de movimiento, me refiero a todo el que hay y el que ha habido en el universo desde el principio de los tiempos. De esto podemos deducir fácilmente que no somos responsables de su existencia, porque el movimiento apareció en el cosmos muchísimo antes que nosotros.
  La TAC nos dice que los componentes del universo son de dos clases solamente: los naturales y los artificiales. Los primeros son "productos naturales", los segundos los creamos nosotros, esto implica que el movimiento, por ser natural, es uno de los componentes fundamentales del universo y que, por ende, no puede ser relativo.
  Así fue, entonces, como deduje que el movimiento no es relativo. Pero, para que no haya confusiones, debo mencionar aquí algo que creo que ya dedujiste, me refiero a que la TAC implica que el movimiento existe solamente en el mundo natural y que en el mundo artificial tenemos únicamente el desplazamiento es decir, que movimiento y desplazamiento no son lo mismo.
  ¿Cuál es la principal diferencia entre esos dos entes? Que el primero tiene existencia absoluta mientras que la del segundo es artificial, es decir, no es más que un invento nuestro.
  Esto último nos dice que incluso el movimiento de la luz es relativo. Desgraciadamente, la idea de que las ondas electromagnéticas se desplazan con movimiento absoluto constituye una de las dos grandes columnas que sostienen el edificio teórico de la Relatividad Especial. Así que, según la TAC, esa idea está equivocada y, por ende, la monumental obra de Einstein podría estarlo también. Eso podría significar que algunas de las partes de la Relatividad Especial que creemos que son correctas, funcionan a base de algunos trucos matemáticos.
  En la próxima entrega seguiremos con el examen del segundo postulado.
  ¡Gracias por leer estas líneas!   

domingo, 25 de diciembre de 2011

Entrada # 33

¡Que bueno que estás aquí de nuevo, apreciable amig@!


Ya que la propuesta de la TAC que examinamos en la entrada anterior no parece tener implicaciones importantes, hoy vamos a iniciar el examen del segundo postulado, mismo que nos dice que el mundo natural está formado por sólo tres elementos: la materia, la energía y el movimiento.
  Al analizar esta propuesta quizá te preguntes si debes tomar su contenido de manera literal, es decir, si de verdad debes creer que sólo esos tres elementos constituyen todo el universo. La respuesta es que, efectivamente, el postulado nos dice que el universo está compuesto literalmente por sólo esas tres substancias.
  Por cierto, creo que no te he contado cómo deduje que el movimiento es uno de los tres componentes básicos del cosmos, así que me voy a permitir hacer aquí un pequeño paréntesis para decírtelo.
  En la época en que estaba indagando sobre el asunto había -al igual que ahora- mucha gente que creía que el movimiento es relativo, es decir, que los cuerpos sólo se pueden mover unos con relación a otros. Como sabes, entre las personas que creían eso, se encontraba el famosísimo Einstein. Él nos dijo que todos los cuerpos del universo se desplazan con movimiento relativo y que solamente la luz, cuando viaja a través del vacío, lo hace con movimiento absoluto, esto es, independiente de todo y de todos.
  Yo tenía algunas dudas con relación a esa afirmación de Einstein, pero, ¿cómo me iba a atrever a contradecir a semejante personaje? Sin embargo, los primeros postulados de la TAC, que eran lo únicos que había elaborado en aquel tiempo, parecían indicar que el movimiento no es realmente relativo. ¿Cómo se llega a esa conclusión a través de dichos postulados?
  Eso es fácil. Prácticamente lo único que se requiere es determinar a cual de los dos mundos pertenece el movimiento. ¿Cómo se hace esto? Averiguando si el movimiento depende de nosotros o no, es decir, si nosotros lo fabricamos o lo hace la naturaleza.
  Bien, seguiremos con este tema en la próxima entrega.
  ¡Gracias por tu atención!
  
  


    

sábado, 24 de diciembre de 2011

Entrada # 32

Te saludo de nuevo, estimad@ amig@!


Como recuerdas, ayer te hablé de la teoría de los mundos paralelos. Te dije que esa tesis de Everett implica casi lo mismo que el primer postulado de la TAC, es decir, que nuestra consciencia influye en el desarrollo natural del universo.
  Para ilustrar lo anterior, los científicos suelen usar el siguiente ejemplo: 
  "Cada vez que lanzamos un dado común aparecen por lo menos seis nuevos universos. En el primero de ellos, el dado cae mostrando la cara que tiene un solo punto grabado; en el segundo universo, el dado nos muestra dos puntos; en el tercero, tres, etcétera".
  Eso, repito, ocurre porque la naturaleza debe elaborar todos los resultados posibles de cualquier acontecimiento pero tiene que hacerlo por separado, así que fabrica un universo para cada uno de esos resultados.
  Nuestro primer postulado también implica que constantemente se están creando nuevos universos, pero no de manera natural ni debido a que lancemos uno o más dados, sino porque procreamos nuevos seres humanos y cada uno de ellos construye su propio universo. Por tanto, esos nuevos universos son artificiales y no influyen para nada en el funcionamiento del único universo natural que existe.
  Lo que sigue, supongo que ya lo dedujiste pero de todos modos lo voy a mencionar, el primer postulado nos dice que el universo está dividido en dos partes, pero no, que dicha división sea natural. En otras palabras, esa primera propuesta dice implícitamente que la dualidad del universo es artificial, es decir, que nosotros la elaboramos y que sólo a nosotros nos afecta.
  Ahora bien, ¿por qué somos capaces de construir para nosotros un universo artificial? Eso se debe principalmente a que podemos sentir y también razonar. Nuestra capacidad de sentir nos sirve para elaborar sensaciones y nuestro razonamiento, para dar sentido a esas sensaciones y fabricar con ellas nuestro mundo personal.
  Bien, por el momento ya tengo que despedirme, pero nos "veremos" en la próxima entrada.
  ¡Te agradezco tu visita!    

jueves, 22 de diciembre de 2011

Entrada # 31

¿Cómo estás hoy, respetable visitante?


En la entrada anterior te dije que, para darle sentido a nuestro mundo, además de elaborar semejanzas para relacionar unas cosas con otras, debemos buscar un origen para cada una de esas cosas. Cada origen es un concepto, un objeto abstracto cuya fabricación requiere energía. Así que, mientras menos orígenes necesitemos para las cosas que configuran nuestro universo, más energía ahorraremos. Esa es, entonces, la principal razón por la que nuestras células nos inducen a creer que la materia, la energía y el movimiento tienen existencia propia, sirven como único origen a todas las cosas que componen el universo y, por supuesto, dan existencia natural a éstas.
  Bien, después de quedar de acuerdo en que, por lo práctico que resulta, vamos a seguir considerando que los elementos fundamentales existen por sí mismos, ya podemos empezar a examinar las propuestas de la TAC.
  Como recuerdas, nuestro primer postulado dice que el universo está dividido en dos entidades básicas: el mundo natural y el mundo artificial.
  Ya te dije en otra parte de este blog que el segundo de esos mundos no es único, sino que existen muchos millones de ellos, hay uno por cada ser humano que habita en este planeta.
  Esto último coincide en parte con la idea científica desarrollada por Hugh Everett conocida como teoría de los mundos paralelos.
 Everett elaboró esa teoría con la intención de darle sentido a uno de los postulados de la mecánica cuántica el cual dice que el desarrollo natural del mundo físico depende en gran medida de nuestra consciencia y de nuestros actos. 
  La teoría de los mundos paralelos nos dice más o menos lo siguiente:
  "La magnitud a la cual llamamos espacio es infinita en extensión. En ella existen muchos millones de universos semejantes al que conocemos, pero nosotros no podemos detectar más que este último. Además, se están creando constantemente y de manera natural nuevos universos. Esto último, según Everett, ocurre como consecuencia de nuestra intervención o interacción con la naturaleza, pues por cada uno de nuestros actos aparecen por lo menos dos mundos nuevos. Esto es debido a que en la naturaleza deben ocurrir literalmente todas las consecuencias de cualquier acontecimiento del cual estemos conscientes y a que, si dichas consecuencias se dieran todas en un único universo, éste se volvería caótico".
  Bien, aquí termina la lección de hoy. 
  ¡Gracias por visitar este sitio! 
  

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Entrada # 30

¡Hola, amable bloguer@!


En la entrada anterior te dije que, aunque los tres elementos fundamentales no tienen existencia propia, natural, independiente o absoluta, nos conviene tratarlos como si la tuvieran.
 ¿Por qué debemos hacer esa concesión? Porque nuestras células lo necesitan. ¿Para qué? Para ahorrar energía. ¿Qué relación tiene una cosa con la otra?
  Como te dije en otra parte de este blog, a causa de que el mundo no tiene cualidades propias, cuando llegamos a él lo encontramos totalmente desprovisto de sentido.
  Para poder sobrevivir, nosotros necesitamos que nuestro mundo tenga sentido, así que debemos buscárselo, es decir, fabricarle un sentido. ¿Cómo lo hacemos? Básicamente "descubriendo" semejanzas entre las cosas que componen ese mundo.
  Esas semejanzas, por supuesto, aunque creemos que están por ahí en el mundo externo y nosotros sólo las descubrimos, en realidad, las elaboramos. Con cada semejanza que fabricamos ayudamos a nuestras células a ahorrar energía. ¿Por qué? Porque de esa manera necesitamos elaborar menos cualidades para los objetos. 
  ¿Cómo es eso? Bueno, si varios objetos tienen semejanzas entre sí, es porque comparten algunas cualidades. Así, la suma de las propiedades de ese conjunto de objetos es menor que si cada uno fuera totalmente distinto al resto de ellos y, como nosotros elaboramos también todas esas propiedades, ahorramos energía si fabricamos una menor cantidad de ellas.
  Para darle sentido a nuestro mundo, también es necesario que "encontremos" el origen de cada objeto concreto y las causas de las cosas abstractas. 
  Tanto los orígenes como las causas son objetos abstractos que nosotros elaboramos. Para ello gastamos energía, así que, mientras menos orígenes y menos causas fabriquemos, más energía ahorraremos.
  Bien, aquí vamos a dejar el tema por hoy.
  ¡Muchas gracias por tu visita! 








martes, 20 de diciembre de 2011

Entrada # 29

¡Gracias por estar aquí, apreciable amig@!


Siguiendo con la historia de la TAC, te diré que después de investigar todo lo que llevo dicho, y algunas otras cosas que no recuerdo por el momento, empecé a tratar de relacionar unos con otros los datos que había obtenido durante esa investigación. Es decir, empecé a tratar de armar una teoría coherente. Escribí varios borradores de lo que era la TAC en aquellos días y, después de darle vueltas al asunto por bastante tiempo, me atreví a iniciar este blog, sin saber casi nada de computación.
  Todo eso se dice fácil, pero hacerlo me llevó unos veintidós años, aunque, desde luego, no dediqué todo ese tiempo exclusivamente a desarrollar la teoría, sino que invertí en ella sólo una buena parte de mis ratos libres.    
  Dicho lo anterior, doy por terminada la historia de la TAC y me dispongo a iniciar la siguiente etapa del plan de estudio.
  Tal etapa, como recuerdas, consistirá en examinar un poco los postulados de nuestra teoría e intentar descubrir las implicaciones y/o predicciones de cada uno de ellos.
  Pero, antes de que empecemos a examinar los postulados, quiero que sepas que existe una dificultad de tipo lógico para explicar algunas de las mencionadas implicaciones y para describir el esquema universal que propone la TAC. ¿A qué me estoy refiriendo con esto?
  Es dificil explicarlo, pero lo voy a intentar de la siguiente manera: El postulado número cuatro nos dice que los tres únicos elementos que "existen" carecen totalmente de cualidades, propiedades o atributos propios. Eso significa que no existen realmente. ¿Por qué? Porque la existencia es una cualidad, pero esas tres substacias no tienen cualidades propias, así que no existen.
  Entonces, la dificultad lógica consiste en que los elementos fundamentales existen y no existen al mismo tiempo. Es decir, la materia, la energía y el movimiento no pueden existir porque no tienen cualidades, pero si no existieran, tampoco existiríamos nosotros, pues ellos constituyen el universo entero y nosotros formamos parte de éste.
  ¿Como podemos resolver esa dificultad? Para ello, propongo que decretemos la existencia natural de esos elementos. Es decir, que aunque sepamos que no pueden tener existencia propia, debemos considerar que sí la tienen.
  Seguiremos con este tema en la siguiente entrega. 
  ¡Muchas gracias por tu visita!




      

lunes, 19 de diciembre de 2011

Entrada # 28

¡Aquí estoy de nuevo, querid@ amig@!


En esta ocasión, como dije en la entrada anterior, voy a hablar de la consecuencia más importante del hecho de que solamente podamos experimentar sensaciones placenteras y/o dolorosas, es decir, de que todas nuestras sensaciones deban contener algo de placer, algo de dolor o una mezcla adecuada de estos dos elementos para que podamos experimentarlas.
  ¿Qué significa esto último? Que, cuando el placer y el dolor se mezclan en proporciones iguales, se neutralizan mutuamente, eso hace que ambos desaparezcan junto con la sensación a la que estén  asociados en ese momento. De aquí podemos deducir que no podemos experimentar ninguna sensación que no esté más cargada de dolor que de placer, o viceversa. Esto se debe a que nuestras sensaciones son relativas, es decir, que, para que nazca una sensación de cualquier tipo se requiere la presencia previa de por lo menos otra que contraste hasta cierto punto con la primera.
  Sí podemos, por supuesto, experimentar placer y dolor al mismo tiempo, pero únicamente a través de dos vías de percepción diferentes o en dos lugares distintos del cuerpo. Podemos sentir un dolor de muelas y disfrutar a la vez del sabor de un rico pastel, pero no podemos sentir frío y calor al mismo tiempo en la misma parte del cuerpo, por ejemplo.
  Hace poco te dije que nuestras células elaboran y utilizan el placer y el dolor para intentar dirigir nuestras acciones. De esto y del hecho de que todas nuestras sensaciones deben estar impregnadas de placer y/o dolor se deriva la consecuencia de la que te hablé líneas  arriba, la cual consiste en  que todas, hasta la última de nuestras sensaciones, son involuntarias. En otras palabras, de esto podemos deducir que nuestras células elaboran, además del placer y el dolor, todas las demás sensaciones que experimentamos y las usan o las pueden utilizar para guiar nuestras acciones.
  Eso es todo por  hoy.
  ¡Muchas gracias por tu atención!





  
  

domingo, 18 de diciembre de 2011

Entrada # 27

¡Hola, distinguid@ bloguer@!
  
  Si leíste la entrada anterior, recordarás que en ella prometí explicarte por qué digo que la risa no provoca que el cerebro de quien ríe libere endorfinas.
  Veamos. La idea que muchos psicólogos actuales tienen al respecto es más o menos como sigue: A causa de cierto estímulo o grupo de ellos, los cuales pueden ser internos, externos o mixtos, comenzamos a reír. Eso hace que nuestro cerebro libere algunos de los neurotransmisores más conocidos, las endorfinas. Estas sustancias provocan en nosotros cierto bienestar o placer. Así, según estos científicos, primero reímos y luego sentimos el placer de reír.
  La TAC, en cambio, implica que las endorfinas se liberan antes de que empecemos a reír, es decir, que son los estímulos y no la risa lo que provoca la liberación de esos neurotransmisores. Éstos provocan placer y, por medio de él, la risa, la cual es una expresión de ese placer. 
  Como ves, aunque los psicólogos actuales ya saben que la risa es un acto involuntario, su explicación de ella implica que es un acto consciente, es decir, que las neuronas elaboran la risa. En cambio la TAC implica que son nuestras células las que deciden cuando y cuanto reímos, es decir, que la risa es un acto inconsciente.
  Después, de deducir lo anterior y tomando en cuenta que la risa es provocada por una o más sensaciones placenteras, me pregunté: ¿cuales otras sensaciones  de las que solemos experimentar serán inconscientes?
  Había por lo menos una que forzosamente tenía que serlo, me refiero al dolor. Sabemos que prácticamente nadie quiere sentir dolor, por tanto, si éste no se diera de manera inconsciente, nadie lo experimentaría nunca, pues es poco probable que quisiéramos elaborarlo y experimentarlo voluntariamente. Sin embargo, en el mundo real, todos lo hemos sufrido más de una vez. Eso nos indica que, en los humanos, el dolor es una sensación involuntaria y que, normalmente la experimentamos sólo cuando nuestras células nos obligan. 
  Pero, ¿habría más sensaciones involuntarias aparte del dolor?
  La respuesta a esa pregunta la encontré después de buscarla por bastante tiempo. Antes tuve que descubrir que existen sólo dos clases básicas de sensaciones: las dolorosas y las placenteras.
  ¿Qué consecuencias tiene este último hecho? De eso hablaremos en la próxima entrada.
  ¡Muchas gracias por tu visita! 

sábado, 17 de diciembre de 2011

Entrada # 26

¿Cómo te va hoy, querid@ amig@?


En la entrada anterior te dije que nuestras células utilizan el dolor para persuadirnos de que las ayudemos a preservar la energía y la integridad de nuestro organismo.
  El dolor, como todo o casi todo en la naturaleza, funciona de manera sencilla pero eficaz. Simplemente nos obliga a tratar de evitarlo a toda costa y nuestra reacción ante él normalmente ayuda a nuestras células a mantenernos vivos.
  En el caso de la piedra que cae sobre nuestro pie, por ejemplo, generalmente reaccionamos tratando de aminorar el consecuente dolor y de evitar que nos caiga otra piedra o nos golpee alguna otra cosa. Esa reacción nuestra podría ayudar a incrementar nuestras probabilidades de supervivencia.
  En otras circunstancias, nuestras células nos inducen placer con la intención de persuadirnos de que las ayudemos a ahorrar y/o a sintetizar energía. Si comemos un pequeño trozo de pastel mientras estamos hambrientos, por ejemplo, nuestras células harán que ese bocado nos sepa a gloría. Con ello pretenden obligarnos a comer más pastel. ¿Por qué? Porque dicho alimento suele ser muy energético, por ende, mientras más pastel comamos, mayor será la cantidad de energía pondremos a disposición de nuestras células. 
  Así es como, por medio del dolor y del placer, dichos corpúsculos -las células- controlan en gran medida nuestras acciones, nuestras creencias, nuestros gustos y, por tanto, nuestro destino.
  ¿Cómo deduje que nuestras células, a pesar de que no pueden sentir ni pensar, son las que deciden qué debemos sentir en cada momento y se encargan de elaborar cada una de nuestras sensaciones?
  Esa deducción tuvo un origen curioso. En cierta ocasión escuché a un psicólogo decir que la risa hace que el cerebro de quien se ríe segregue endorfinas. No tuve que analizar muy detalladamente esa expresión para darme cuenta de que no concuerda con los postulados de la TAC. ¿Por qué? Eso te lo diré en la próxima entrega. Así que por hoy ya sólo te diré: ¡Hasta pronto y, gracias por tu atención!

viernes, 16 de diciembre de 2011

Entrada # 25

¡Bien venid@, amable amig@!


En la entrada anterior te dije que nuestras células suelen limitar muchas de nuestras acciones conscientes. ¿Por qué ocurre eso? Porque nuestras células son las principales responsables de mantener vivo el organismo, eso requiere mucha energía. Las células se toman muy en serio esa tarea por eso procuran administrar muy bien la energía que consiguen sintetizar partiendo de algunos elementos externos, así que suelen defender "a capa y espada" sus reservas de ese valioso elemento.
  Basados en esto último y en nuestras experiencias personales, podemos deducir que nuestras células y nuestras neuronas compiten entre sí con bastante frecuencia por la administración de la energía de reserva del organismo.
  Nuestras células tienen por lo menos dos maneras de evitar que nosotros "desperdiciemos" la mencionada energía. Una de ellas, quizá la menos usual, consiste en cortarnos total o parcialmente el suministro de ese vital elemento. La otra, que es la que mejor conocemos, consiste en persuadirnos por medio del dolor de que no usemos más energía de la que ellas consideran prudente gastar.
  En el ejemplo de las "lagartijas", que mencioné en la entrada anterior, nuestras células podrían emplear los dos métodos. Primero nos mandarían una leve sensación de dolor, la cual se iría incrementando con cada nuevo ciclo o "lagartija" que completáramos. Y luego, si siguiéramos ejercitándonos por suficiente tiempo, las células nos cortarían el suministro de energía y quedaríamos paralizados o caeríamos desmayados.
  Por si no quedó suficientemente claro lo anterior, te diré que cualquier experiencia de dolor que hayamos sufrido durante el tiempo que llevamos de vida, trátese de dolor físico o moral, ha sido provocado por nuestras células.
  De lo anterior podemos deducir que, si creemos que aquella piedra que nos cayó en el pie fue la causante del consiguiente dolor que padecimos esa vez, estamos equivocados porque las verdaderas causantes de ese dolor fueron nuestras células. 
  ¿Por qué o para qué hicieron eso nuestras células? Lo hicieron con la intención de persuadirnos de que las ayudáramos a preservar nuestro organismo y la energía de éste. 
  En la próxima entrega continuaremos con este tema, pero por el momento ya voy a despedirme.
  ¡Te agradezco tu visita!  

jueves, 15 de diciembre de 2011

Entrada # 24

¡Hola, apreciable visitante!


En lo que va del blog hemos hablado de la dualidad del universo, ahora deseo hablar de la dualidad del hombre. El universo, como dije, está hecho con tres substancias concretas y con muchos millones de elementos abstractos. Con relación a nosotros, los humanos, ya te dije que nuestro Yo está constituido por el conjunto de nuestras neuronas sensitivas. Pero las neuronas no componen todo nuestro organismo, la mayor parte de éste está formada por células comunes, las cuales, como dice el postulado número trece de la TAC, no pueden sentir ni pensar.
  Entonces, el hombre es dual porque está hecho con células y neuronas. Éstas últimas constituyen lo que llamamos mente consciente o mente racional; el conjunto de células constituyen nuestra mente inconsciente o irracional.
  Tanto las neuronas como las células que componen nuestro organismo trabajan para mantenernos vivos, pero no lo hacen de la misma manera. Las células se encargan de sintetizar y administrar la energía que proviene principalmente de los alimentos que ingerimos. En cambio, la tarea de las neuronas consiste básicamente en dirigir su propia actividad y la de las células.
  Las neuronas están normalmente supeditadas a los mandatos de las células. Éstas son muy estrictas en lo que respecta a la consecución y almacenamiento de energía o, dicho en otras palabras, son muy avaras en lo que se refiere a la energía.
  Esta avaricia de las células suele ser la principal causa de los problemas que deben enfrentar nuestras neuronas para cumplir con su labor. Con esto refiero a que la situación de las neuronas con respecto a las células se parece a la de algunos políticos que tienen un cargo ejecutivo con relación a los legisladores que le regulan los recursos económicos que administra. Dichos políticos suelen tener problemas para invertir dinero en lo que creen que beneficiará más al estado porque los legisladores no autorizan tales gastos.
  Algo parecido a eso suele ocurrirle a nuestras neuronas cuando deciden invertir energía haciendo ejercicio físico. Si nos ponemos a hacer "lagartijas", por ejemplo, haremos tranquilamente las primeras diez, quince o veinte, pero llegará el momento en que nuestras células nos impedirán el acceso a la energía física y no podremos hacer ni una "lagartija" más. ¿Por qué? Porque nuestras células habrían decidido que ese gasto de energía no estaba bien justificado.  
  Algo semejante a lo anterior puede ocurrir en casi todas nuestras actividades conscientes, pero de ello hablaremos en la siguiente entrada. ¡Gracias por tu visita de hoy!

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Entrada # 23

¡Hola, mi inteligente amig@!


En las ultimas entradas te dije que con nuestras sensaciones elaboramos literalmente todos los objetos que componen el universo conocido y que eso nos confiere suficiente capacidad potencial como para manipular ese universo hasta hacer que tome la forma que nos plazca y que funcione de la manera que nos apetezca. 
   Además, cada persona es dueña absoluta de su universo, esto significa que ningún otro ser humano puede conocer y mucho menos manipular nuestro universo personal, que nosotros tampoco podemos influir directamente en ningún universo ajeno y que, por tanto, cada uno de nosotros vive aislado en su propio mundo. 
  De esto último podemos deducir que, por más que creas que son los demás quienes lo descomponen y lo afean, eres tú el único responsable de la fealdad y/o la belleza de tu universo. Esta deducción es también una de las implicaciones más importantes de la TAC. ¿Por qué?
  Porque, como dicen algunos psicólogos, la mayoría de nosotros somos "exterioristas". Con esto quieren decir que prácticamente todo lo que hacemos, pensamos y sentimos depende de lo que ocurra en el mundo externo.
  Creemos que lo único que venimos a hacer en este universo es reaccionar ante sus cambios. Es decir, que sólo podemos cambiar nuestros estados de ánimo si antes cambia algo en el mundo que nos rodea.
  Esta actitud o creencia nuestra, por supuesto, nos quita prácticamente toda posibilidad de modificar nuestros propios estados de ánimo a voluntad.
  Sin embargo, la TAC nos enseña que nuestra relación con el universo es al revés, es decir, que es el cosmos el que reacciona ante nuestros estados de ánimo. Por eso digo que tenemos mucho potencial para hacer que nuestro mundo llegue a ser como nosotros queramos que sea. 
  ¡Gracias por tu visita!

martes, 13 de diciembre de 2011

Entrada # 22

¿Como estás hoy, querid@ amig@?


En la entrada anterior te dije que, aunque casi todos los filósofos del pasado estuvieron de acuerdo en que la parte de nosotros que se encarga de percibir el mundo externo es abstracta, la TAC nos dice que eso no es posible porque no hay nada capaz de detectar la materia, excepto la materia misma.
  En otra parte del blog te había dicho que nuestras sensaciones son exactamente lo mismo que el movimiento o actividad de nuestras neuronas sensitivas.
  De estos dos conceptos podemos deducir que nuestro Yo está formado por el conjunto total de nuestras neuronas sensitivas. Pero esta afirmación puede dar pie a alguna controversia. ¿Por qué? Porque nuestras neuronas están hechas de materia y ésta es indestructible mientras que nuestro Yo es perecedero, por tanto, no puede ser un ente concreto o material.
  ¿Cómo podemos explicar eso? La respuesta es sencilla pero interesante, pues sirve también para explicar la existencia de cualquier otro ente.
  Dicha respuesta podría expresarse de la siguiente manera: "Toda existencia es artificial y relativa".
  Como sabes, un producto artificial es aquel que está elaborado por la "mano" del hombre. También sabes que todos los objetos, concretos o abstractos, están constituidos por sensaciones y que nosotros elaboramos esas sensaciones. De ahí puedes deducir fácil y correctamente que nosotros construimos esos objetos.
  Ahora bien, la existencia, sea del tipo que fuere, no es más que un objeto abstracto, es decir, uno de esos objetos que nosotros elaboramos, por tanto, la existencia de todo y de todos no es más que un producto humano, es decir, artificial.
  Eso implica que la existencia es relativa, lo cual significa que depende de algo o de alguien. Y, efectivamente, depende del perceptor que, por cierto, es también su constructor. 
  En otras palabras, nada, ni siquiera la existencia puede existir mientras nadie la perciba y le adjudique al mismo tiempo su ser.
  Así, podríamos decir que nuestro Yo sólo existe mientras él mismo se percibe y se adjudica su existencia. Para que esto último ocurra, nuestras neuronas tienen que estar activas y funcionando adecuadamente. Esto nos dice que, aunque nuestro Yo está hecho de neuronas, sólo existirá mientras éstas funcionen suficientemente bien. En otras palabras, nuestro Yo está hecho de neuronas, pero de neuronas vivas. Cuando éstas mueren, el Yo desaparece. Esto, dicho sea de paso, sirve para reafirmar que el Yo es un producto abstracto.
  ¡Gracias por tu visita y espero "verte" en la entrada número veintitrés!

lunes, 12 de diciembre de 2011

Entrada # 21

¡Hola, apreciable blogero!


En alguna parte de esta bitácora te dije que en cierto momento descubrí que las sensaciones humanas son los elementos que constituyen literalmente el universo que conocemos. Este dato, como mencioné en la entrada anterior, es bastante importante, pero representa sólo una de las muchas piezas que componen el rompecabezas que estaba tratando de armar y que hoy, aunque aún no está totalmente articulado, se llama Teoría de la Artificialidad Cósmica.
  Por cierto, deseo que te quede claro que reconozco que la mía no es una tesis completa, es decir, no es una teoría que pueda desvanecer todas nuestras dudas filosóficas. Sin embargo, como ya dije en otras ocasiones, confío sinceramente en que, incompleta y todo, la TAC podrá ayudarte a lidiar mejor con el mundo externo y, por ende, a elevar por lo menos un poco el nivel de calidad de tu vida.
  Bien, en aquel momento ya sabía que nuestras propias sensaciones son lo único que hemos conocido hasta hoy y lo único que conoceremos en el futuro, sin que importe qué hagamos o dejemos de hacer durante el resto de nuestras vidas. Pero me faltaba saber, entre otras cosas, quién exactamente detecta, percibe y conoce esas sensaciones. En otras palabras, me faltaba contestar una de las preguntas más viejas y más interesantes de la filosofía occidental, me refiero a la siguiente: ¿cuál es la parte de nosotros que detecta el mundo externo?
  Es posible que tú conozcas las respuestas que algunos de los filósofos tradicionales han dado a la mencionada pregunta, las cuales suelen decir que dentro de nuestro cuerpo existe un ente inmaterial al cual solemos llamar Yo, ego o ser y que es el que se encarga de detectar el mundo externo.
  ¿Es esta la respuesta que yo andaba buscando? No precisamente, pues, como sabes, la TAC implica que no existe ningún ente inmaterial en el universo y que, si existiera alguno, éste no podría detectar absolutamente nada.
  En otras palabras, la TAC implica que sólo la materia es capaz de detectar a la materia.
  Bien, ¡hasta luego y que tengas buen día!
   

domingo, 11 de diciembre de 2011

Entrada # 20

¡Hola, apreciable amig@!


Quizá ya hayas notado que lo que te dije en los últimos párrafos de la entrada anterior contiene prácticamente la parte medular de la TAC, por eso voy a permitirme repetir dicha información, la cual dice más o menos lo siguiente: El universo está formado por sólo tres elementos: materia, energía y movimiento. Estas tres substancias carecen totalmente de cualidades, sin embargo, nosotros las "vemos" llenas de atributos. Entonces, ¿tienen o no tienen atributos? 
  ¡Claro que tienen, y muchos! Pero sólo con relación a nosotros. ¿Qué significa esto? Que los elementos fundamentales sólo tienen cualidades porque nosotros se las ponemos. Sin embargo, no es fácil enterarnos de que nosotros las elaboramos, por eso vivimos creyendo que esas cualidades son naturales y que pertenecen totalmente a los elementos básicos.
  ¿Cómo sabemos que existe el mundo externo? Creemos que la mejor prueba de que ese mundo está ahí es que podemos verlo, tocarlo, olerlo, etcétera. Pero la TAC implica que lo único que realmente podemos ver, tocar y oler son los atributos de los tres elementos fundamentales, ya que éstos, al carecer de cualidades, son totalmente indetectables para nosotros.
    De lo anterior se desprende que eso que llamamos realidad, es decir, el mundo real que conocemos está constituido por el conjunto de cualidades de los tres elementos básicos. Y, el hecho de que nosotros elaboremos esas cualidades significa que fabricamos el mundo que conocemos y que, por tanto, somos potencialmente capaces de modificarlo cuantas veces queramos.
  Ésta, como te dije, es una de las partes más importantes de la TAC ya que implica que no estamos tan indefensos como creemos ante las leyes del universo. ¿Por qué? 
  Porque dichas leyes no son más que cualidades de los tres elementos básicos. Al igual que el resto de los atributos de esos elementos, esas leyes también son artificiales y, por ende, podemos modificarlas si así lo deseamos.
  Bien, así es como llegamos al final de esta entrada. ¡Nos "vemos" en la próxima! ¡Gracias por tu visita de hoy!



sábado, 10 de diciembre de 2011

Entrada # 19

¡Hola, amig@, me da gusto que estés aquí de nuevo!


Quizá recuerdes que dije que en esta entrada voy a intentar explicar cómo es que las sensaciones pueden existir siendo que no pueden auto elaborarse y tampoco ser fabricadas por ninguno de los objetos que pueblan el universo puesto que éstos están hechos de sensaciones.
  Para ello, creo que vamos a empezar por definir la palabra objeto. ¿Sabes lo que es un objeto? ¡Claro que lo sabes, pues te lo acabo de decir! Los objetos no son más que pequeños o grandes manojos de cualidades. ¿Qué es una cualidad? Un conjunto de sensaciones. ¿De qué están hechas las sensaciones? De energía. 
Bien, la siguiente es una pregunta clave: ¿la energía es un objeto?
  Si revisas la lista de postulados de la TAC tú mismo hallarás la respuesta a esta pregunta, pero prefiero evitarte la fatiga y decirte que ahí encontrarás que la energía es uno de los elementos fundamentales del universo y que éstos no tienen absolutamente ninguna cualidad. Esto implica que la energía no es un objeto puesto que para serlo requeriría una cualidad (la capacidad de convertirse en objeto).
  Desde luego, la materia y el movimiento, que son los otros dos elementos fundamentales, tampoco son objetos. 
  Entonces, como dice el primer postulado de nuestra lista, el universo está dividido en dos partes: la que está hecha de objetos concretos y cosas abstractas y la que está formada por la materia, la energía y el movimiento, los cuales no son objetos ni cosas. Y, por cierto, ya que éstos no tienen ninguna cualidad, tampoco pueden ser elementos fundamentales en el sentido estricto de la expresión, pero sí lo son con relación a nosotros.
  ¿Qué implica esto último? Que tenemos poder para ponerle o quitarle cualidades a la materia, la energía y el movimiento. Y que, gracias a nuestra incapacidad de percibirlos directamente, las cualidades de esos elementos son las que determinan totalmente nuestra relación con ellos, de ahí podemos deducir que no podemos percibir el universo como es en realidad, sino sólo como creemos que es. Aunque, por supuesto, el universo no tiene cualidades y, por tanto, no puede tener una apariencia o un ser propio o natural.
  Bien, vamos a interrumpir aquí esta narración, pero la reiniciaremos en la próxima entrega.
  ¡Gracias por tu atención y espero tu próxima visita!

viernes, 9 de diciembre de 2011

Entrada # 18

¡Gracias por estar aquí, apreciable amig@!


En la entrada anterior te dije que absolutamente todos los objetos que constituyen el universo conocido están hechos básicamente de sensaciones. También te dije que, a primera vista, eso parece muy ilógico pues las sensaciones sólo pueden existir si son creadas y percibidas, pero no pueden crearse ni percibirse a sí mismas.
  Este problema es muy similar a aquel con el cual se enfrentó Descartes cuando descubrió su cogito, ergo sum, ¿lo recuerdas? Él creía que lo único realmente real, aquello de lo cual no podía dudar ni por equivocación, eran sus propios pensamientos. Pero también sabía que los pensamientos no pueden existir si no hay alguien que los construya. Entonces, se preguntó: ¿quién elabora mis pensamientos? Lógicamente, contestó que él mismo lo hacía, pero, ¿de qué estaba hecho él?
  Descartes no tuvo más remedio que reconocer que, si él mismo existía realmente, debía forzosamente estar hecho de pensamientos ya que, según su propia tesis, éstos eran los únicos elementos que tenían existencia legítima en el universo. Los pensamientos con los que él estaba hecho eran elaborados por Dios, así que, según Descartes, los pensamientos humanos y, principalmente los de Dios, eran los elementos básicos con los cuales estaba elaborado todo el cosmos.
  El único problema con esa conclusión es que, según el filósofo francés, los únicos entes que pueden pensar -la res cogitans o espíritu humano y Dios- son totalmente inmateriales pero sus pensamientos constituyen las cosas materiales.   
  Ahora bien, yo no digo que los pensamientos, pero sí, que las sensaciones son los elementos que constituyen todos los objetos que componen el universo. Eso, como dije antes, es muy semejante al problema que enfrentó Descartes y parece llevarnos directamente al fondo de un callejón sin salida. Pero, a deferencia del creador del cogito, yo tengo un as bajo la manga, mismo que conocerás en la próxima entrada. 
   ¡Muchas gracias por tu atención!

jueves, 8 de diciembre de 2011

Entrada # 17

¡Hola, apreciable visitante!


En la entrada anterior te dije que la TAC implica que los objetos concretos están hechos de sensaciones y que esta implicación coincide con algunas de las ideas de Ernst Mach.
  Quizá esta conclusión no sea tan descabellada como parece a primera vista, pues otras personas ya habían pensado en ella antes que yo. Por ejemplo, cierto filósofo, cuyo nombre no recuerdo en este momento, dijo hace mucho tiempo que los humanos no somos capaces de detectar o percibir realmente los objetos físicos, sino sólo las cualidades de éstos. 
  Esta idea queda justificada si tomamos en cuenta que lo único que podemos obtener de la interacción con el mundo externo son nuestras sensaciones. Cuando tocamos algún objeto concreto, la única información que obtenemos a causa de esa interacción está constituida por una o más sensaciones táctiles. Igualmente, cuando usamos cualquiera otra de nuestras vías sensoriales para detectar el mundo, sólo obtenemos más sensaciones. Eso implica que en realidad no conocemos el mundo externo, sino sólo nuestras propias sensaciones. Por tanto, como dije antes, los objetos concretos no son más que conjuntos de sensaciones.
  Dicho en otras palabras, nosotros elaboramos todos los objetos que conocemos, sean concretos o abstractos. ¿Cómo lo hacemos? Para ello, fabricamos primero cierto número de sensaciones, con éstas formamos unas cuantas cualidades, las cuales usamos para elaborar el objeto. O, si lo prefieres, podemos explicar esto mismo diciendo simplemente que llamamos cualidad a cierto grupo de sensaciones y objeto, a cierto conjunto de cualidades.
  Bien, lo que sigue no es fácil de explicar porque debo decirte que absolutamente todos los objetos que constituyen el universo están elaborados básicamente con sensaciones, pero aún así, hay algo que no está hecho de eso mismo. ¿Podré yo explicar esto y tú, entenderlo? Quizá conozcamos la respuesta a esta pregunta en la próxima entrada, pero por lo pronto ya me voy a despedir.
¡Gracias por tu visita!    

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Entrada # 16

¡Hola, amig@, que bueno que estás aquí de nuevo!


El problema que mencioné en la entrada anterior, que consistía en averiguar si los objetos concretos están hechos de sensaciones, contiene por lo menos tres elementos importantes: los objetos, las cualidades y las sensaciones. De estas últimas sabía que están constituidas básicamente por el movimiento de nuestras neuronas, es decir, que las sensaciones que experimentamos y la actividad de nuestras células sensitivas son una sola y misma cosa. De las cualidades o atributos de los objetos sabía que son pequeños conjuntos de sensaciones. Lo que en aquella época no sabía es que los objetos concretos son pequeños conjuntos de cualidades, éstas, como acabo de decir, están hechas de sensaciones, así que los objetos concretos no son más que grandes conjuntos de sensaciones.
  Pero, quiero aclarar apresuradamente que, según los postulados de la TAC, un objeto concreto no es, como solemos creer, lo mismo que el trozo de materia con el que está hecho. Esto significa que no es la materia en sí la que está hecha de sensaciones, sino sólo los objetos que ella constituye. 
A la conclusión de que los objetos concretos están hechos de sensaciones llegué después de darle vueltas al asunto por mucho tiempo y, al igual que en otras ocasiones, creí que era yo el primero que pensaba en eso, pero no fue así. Después supe que algunos pensadores habían considerado esa posibilidad mucho tiempo antes que yo. Se dice que Ernst Mach empezó a sospechar eso a los diecisiete años. Fue a esa edad cuando dijo algo semejante a lo siguiente: "De repente, durante un brillante día de verano, se me ocurrió que el mundo físico podía estar constituido solamente por una masa coherente de sensaciones" Con el tiempo, Mach se convenció de su hipótesis y afirmó: "Los elementos más simples con los que se construye el mundo físico, y también el psicológico son las sensaciones".
Como ves, la diferencia más importante entre mi idea y la de Mach consiste en que éste creía que absolutamente todo el universo estaba hecho de sensaciones mientras que la TAC deja fuera de esa categoría a la materia, la energía y el movimiento.
  Nos "veremos" durante la próxima entrega.
¡Gracias por tu visita de hoy!
  



martes, 6 de diciembre de 2011

Entrada # 15

¡Hoy te saludo de nuevo, apreciable amig@!

Como recordarás, en este punto temporal de mi narración estaba yo tratando de investigar si los objetos que componen el universo están hechos con algún elemento común. Pero me desvié un poco del curso de dicha narración para intentar explicarte de qué forma la TAC implica que las cosas que conocemos y percibimos no pueden ser totalmente inmateriales.
Con relación a esto último, te dije en la entrada anterior que nuestra visión depende hasta cierto punto del cambio relativo en la luz que cae sobre nuestras retinas. Aquí te diré que, al igual que la vista, nuestros otros sistemas sensorios también detectan sólo algunos cambios en la energía que los afecta. Eso significa que no podemos detectar más que ciertas clases de energía cambiante. Esto, a su vez, implica que todo lo que conocemos, incluyendo nuestras propias ideas, debe contener por lo menos un mínimo de energía. 
  La energía es uno de los elementos fundamentales del universo, por tanto, si nuestras ideas y demás cosas abstractas que conocemos contienen algo de ese elemento, no están hechas de nada, es decir, no son totalmente inmateriales. Así es como la TAC implica que todas las cosas que contiene el universo, por muy sutiles que sean contienen por lo menos una brizna de energía y, por tanto, son parte del mundo físico.
  Bien, volviendo al tema principal y para serte franco, te diré que en  aquella época no tenía idea de cómo empezar a buscar el o los componentes que los objetos tienen en común. Por eso comencé por tratar de distinguir adecuadamente entre cualidades y objetos.  Pronto descubrí que hay algunos objetos abstractos que son a la vez cualidades, como el cambio y la verdad, por ejemplo. Me refiero a que consideramos al cambio como una cosa o ente abstracto y también como una de las cualidades más comunes de casi todos los objetos concretos existentes. La verdad, por su parte, es un objeto abstracto y a la vez, una cualidad de otros objetos abstractos, esos a los que llamamos sentencias veraces.
Esta dualidad objeto-cualidad es muy común entre las cosas abstractas. Este hecho implica que todos esos objetos están construidos con los mismos elementos que las cualidades a las que están  asociados, es decir, están hechos de sensaciones. 
  Al reparar en este último dato, pensé que quizá no sólo las cosas abstractas, sino también los objetos concretos podrían estar hechos de sensaciones.   
  Se que esta idea, a primera vista, parece totalmente descabellada, pero yo sabía que en la historia de la humanidad muchas ideas así de inverosímiles han sido confirmadas como verdaderas o reales, por eso decidí indagar un poco al respecto. Para ello, además de revisar las cualidades más comunes de los objetos concretos, como el color, la forma y tamaño, analicé un poco la manera en que interactuamos con ellos.
  Por ahora ya me voy a despedir, espero tu próxima visita y te agradezco la de hoy.  

lunes, 5 de diciembre de 2011

Entrada # 14

¡Bienvenid@ amig@ visitante!


En la entrada anterior te dije que me disponía a averiguar de qué están hechas las cosas que constituyen el universo y que son susceptibles de ostentar cualidades. 
Bien, todos sabemos que existen objetos concretos y cosas abstractas. Los primeros no son más que trozos de materia que poseen algunas cualidades; las segundas son básicamente conceptos o ideas de las cuales solemos creer que son completamente inmateriales, lo cual es lo mismo que suponer que están hechas de nada.
Ejemplos de cosas abstractas son precisamente las cualidades o atributos de los objetos. Éstas parecen aparecer de la nada y, por tanto, podrían estar hechas de nada. Si tenemos unos cuantos trozos de madera, por ejemplo, -los cuales están claramente hechos de materia- y los unimos convirtiéndolos en una mesa, adquieren por ello ciertas cualidades que antes no tenían. Esas nuevas cualidades de la madera podrían ser la utilidad y la belleza, por ejemplo. Es decir, una mesa puede ser más útil y más bella que un pequeño montón de trozos de madera.
  Todos estamos seguros de que una mesa es totalmente palpable y que sus cualidades son absolutamente intocables. Esto último se debe a que las cualidades son básicamente ideas y éstas, desde lugo, son abstractas e intocables. Pero, ¿podemos estar seguros de que las cosas abstractas son totalmente inmateriales? Si revisas la lista de postulados de la TAC, que está en la entrada número cuatro de este blog, encontrarás que el postulado número cinco implica que la respuesta a esa pregunta es negativa. Esa propuesta nos dice que  en el universo no existe nada que sea totalmente inmaterial.
Esta implicación no es fácil de explicar, pero voy a intentar hacerlo.
  Nuestros sistemas perceptivos son semejantes a muchos de los detectores artificiales que se han inventado hasta ahora en que, al igual que éstos, sólo pueden detectar algunos de los cambios que sufre la energía con la cual están en contacto. Un termómetro atmosférico, por ejemplo, sólo puede detectar algunos cambios en la energía del aire que está en contacto con él. Algo muy semejante ocurre con nuestros sistemas sensorios. Nuestros ojos, por ejemplo, no distinguen nada cuando la energía luminosa que los afecta no sufre ningún cambio.
Los científicos que entienden de eso nos dicen que, mientras los usamos, nuestros ojos están en constante movimiento involuntario. Esto es así porque, como dije antes, para que podamos ver es indispensable que la luz que cae sobre nuestras retinas sufra constantes cambios y el movimiento de nuestros ojos provoca por lo menos pequeñas modificaciones relativas en esas ondas electromagnéticas.
  Creo que por el momento ya tengo que despedirme, pero seguiré con esta explicación en la próxima entrada.
¡Te agradezco mucho tu visita! 

domingo, 4 de diciembre de 2011

Entrada # 13

¡Hola, apreciable amig@!


Para empezar el comunicado de hoy te diré que, aunque no me parece que sea indispensable, voy a acatar la ya extendida costumbre de usar la palabra amig@ para dirigirme a las personas que me honran visitando este blog. Esto por supuesto, es con la intención de aludir al mismo tiempo y con una sola palabra a las lectoras y a los lectores de esta bitácora.
Bien, en la entrada anterior te dije que Berkeley modificó algunas de las ideas de Locke. Y es que aquel elaboró su sistema filosófico basándose principalmente en la obra de éste. 
El obispo filósofo estaba de acuerdo con Locke en que las cualidades secundarias son subjetivas pero no encontró ninguna justificación para creer que las cualidades primarias fuesen objetivas. Desde su punto de vista, tanto los atributos primarios como los secundarios tienen su origen en nuestras vivencias, así que, según Berkeley, todas las cualidades son subjetivas y no hay por que considerar, como lo hizo Locke, que una parte de ellas es objetiva.
David Hume fue un poco más lejos que Berkeley, pues, según este filósofo escocés, no sólo las propiedades primarias y secundarias de los objetos son subjetivas, sino los objetos mismos también.
   Volviendo a la historia de la TAC, te diré que fue hasta que me convencí de que mi hipótesis era correcta que pensé por primera vez en aprovechar ese descubrimiento para hacer alguna teoría. Pero en aquella época yo estaba  más interesado en la física teórica que en la filosofía, así que dediqué cierta cantidad de tiempo a buscar una manera de colocar aquel dato en la base de una teoría física. Pero cuando vi que eso no era suficientemente práctico, retomé la línea de razonamiento filosófica.
¿Cuál fue mi siguiente paso? Bueno, acababa de descubrir que las cualidades de todos los elementos que constituyen el universo están hechas básicamente de sensaciones, pero, si quería elaborar una teoría filosófica, aún debía averiguar de qué están hechos los objetos que ostentan esas cualidades.
En aquella época -como seguramente te ocurre a ti ahora- yo creía que el universo está hecho de cosas abstractas y de objetos concretos,  que éstos están hechos de materia y aquellas, de NADA, es decir, que las cosas abstractas son completamente inmateriales.
Seguiremos este tema en la próxima entrada. 
¡Muchas gracias por tu visita! 

















sábado, 3 de diciembre de 2011

Entrada # 12

¡Me da gusto que estés aquí de nuevo, apreciable amig@!


En la entrada anterior te dije que las cualidades secundarias de los objetos se perciben por medio de la consciencia, mientras que los atributos primarios se detectan inconscientemente. Ahora te hablaré de otra diferencia que existe entre ambas clases de cualidades. Esta diferencia consiste en que las cualidades primarias están hechas con sensaciones provocadas principalmente por estímulos externos, mientras que los atributos secundarios están formados por sensaciones que tienen su origen básicamente en estímulos internos. Pero lo importante aquí es que quede bien claro que tanto las cualidades primarias como las secundarias, es decir, la totalidad de los atributos de los elementos corpóreos y de los inmateriales están hechos de sensaciones.
Esto, por supuesto, significa que todas las cualidades de todos los elementos que componen el universo no están en los objetos que las ostentan, sino dentro de nuestra consciencia. Es decir, que mi hipótesis, la cual, como recuerdas, dice que las cosas que constituyen el universo carecen totalmente de cualidades propias, es correcta.
Este pequeño descubrimiento me hizo sentir orgulloso por algún tiempo porque pensé que nadie antes que yo había llegado a esa conclusión. Pero luego me di cuenta de que hacía muchos años que algunos filósofos habían desarrollado ideas muy semejantes a la mía.
  Entre dichas ideas voy a mencionar las del inglés llamado John Locke. Este filósofo dividió las cualidades de los objetos en primarias y secundarias. La extensión, la forma, el movimiento y la impenetrabilidad son ejemplos de cualidades primarias. El color, el olor, el sabor y la temperatura son ejemplos de atributos secundarios. La principal similitud que existe entre las ideas de Locke y las mías se refiere a las cualidades secundarias, ya que ambas teorías implican que dichos atributos secundarios son subjetivos. Sin embargo, las cualidades primarias seguían, según Locke, siendo propiedades inherentes a los objetos. 
  George Berkeley tomó las ideas de Locke y las modificó, pero de eso hablaremos en la próxima entrada, así que por el momento ya sólo te diré ¡Hasta entonces! y ¡Gracias por tu visita!   

viernes, 2 de diciembre de 2011

Entrada # 11

¿Cómo estás hoy, apreciable visitante?


Como recordarás, en la parte de la historia que te estoy narrando yo estaba tratando de confirmar o refutar mi hipótesis, la cual dice que los objetos que constituyen el universo no poseen cualidades propias. Descubrí que el color, que es una cualidad muy extendida entre los mencionados objetos, está básicamente hecho de sensaciones.
Después de eso, la pregunta lógica era: ¿constituirán las sensaciones la  materia prima de todas las cualidades? 
Para tratar de investigar eso, empecé por examinar los atributos que consideré más sencillos, es decir aquellos que tienen relación directa con nuestros sentidos como el olor, el sabor, y el sonido. 
Lógicamente, pensé que si resultaba que estas otras propiedades de los objetos eran, al igual que el color, sólo interpretaciones de nuestro cerebro, eso significaría que también estaban hechas de sensaciones.
Y, efectivamente, el olor, el sabor y el sonido resultaron ser sólo interpretaciones escefálicas o reacciones de nuestras neuronas. En el caso del olor, por ejemplo, las células olfatorias reciben los estímulos químicos provenientes de las sustancias volátiles que entran en nuestra nariz, esos estímulos se transforman en impulsos nerviosos y viajan hasta los centros olfatorios de la corteza cerebral, ahí son procesados e interpretados.
Basado en estos datos, tiempo después calculé que, por el sólo hecho de que esa zona de nuestra corteza se active, experimentamos ciertas sensaciones a las cuales llamamos olores. A las sensaciones que experimentamos cuando se activan otras partes de la corteza las llamamos sabores, sonidos, etcétera. Así, fue fácil deducir que el color, el sabor, el sonido y demás cualidades, a las que podríamos llamar "primarias", están hechas de sensaciones. Pero, ¿que hay de las cualidades que no se experimentan directamente, como la belleza o la bondad?
A estas últimas cualidades podríamos llamarlas "secundarias", ¿por qué? Porque son más artificiales -si eso es posible- que los atributos primarios, y es que, para experimentar alguna de las cualidades primarias, como el olor, por ejemplo, sólo debemos exponernos a algunas moléculas de las que llamamos odoríferas y percibiremos algún olor, aunque no sepamos identificarlo. En cambio, para percibir la bondad, por ejemplo, debemos contar con los antecedentes apropiados. Podríamos decir, aunque no sea del todo exacto, que las cualidades primarias las percibimos inconscientemente, mientras que para detectar los atributos secundarios necesitamos el auxilio de nuestra consciencia.
   Por el momento ya tengo que despedirme.
¡Muchas gracias por tu atención! 


      

jueves, 1 de diciembre de 2011

Entrada # 10

¡Te saludo de nuevo, apreciable visitante!


En la entrada anterior te dije que los elementos que componen el mundo carecen de cualidades. Pero, ¿a qué cualidades me refiero? A todas, absolutamente todas las cualidades en las que puedas pensar.
Con algunas de esa cualidades suele resultarnos fácil entender que no pertenecen realmente a las cosas que las ostentan. Es el caso de la bondad y de la maldad, por ejemplo. Hasta solemos decir que las cosas no son buenas ni malas por sí mismas, sino sólo diferentes.
Solemos aceptar fácilmente que la bondad y la maldad son relativas, es decir, que las cosas son buenas o malas solamente unas con relación a otras, pero, hay cualidades que no parecen tan fáciles de separar de los objetos a los que están adheridas.
El ejemplo que se me ocurre en este momento es el color, éste es una cualidad que parece pertenecer a las cosas que la ostentan. No me refiero a este a aquel color, sino al color en general, y es que, los objetos pueden cambiar fácilmente de color, pero es difícil que dejen de tener alguno. Podemos dividir un trozo de materia una y otra vez y esta conservará siempre algún color.
Esto último me indujo a pensar que el color podría estar unido de manera inseparable a la esencia de las cosas.
Luego, pensé que el color no adherido a los objetos, sino a la luz que nos ayuda a verlos. Eso me hizo recomenzar mis razonamientos. Después recordé que la luz también es un objeto, lo cual implicaría que algunos de éstos, como la luz, sí tienen color, etcétera.
Este estira y afloja me mantuvo ocupado durante unas cuantas semanas, pero luego se me ocurrió preguntarme: ¿de qué está hecho el color? 
Busqué la respuesta aquí, allá y acullá, hasta que concluí que esa cualidad que poseen casi todos los objetos materiales del universo está hecha de sensaciones. 
¿Cómo justifiqué esa conclusión? Sobre eso sólo sé que me valí de algunas opiniones científicas, aunque no recuerdo con exactitud cuales fueron éstas. Sin embargo, hace poco leí en la magnifica enciclopedia virtual llamada Wikipedia cierto artículo científico que podría servir para justificar mi deducción. Me refiero al siguiente escrito: "Todo cuerpo iluminado absorbe una parte de las ondas electromagnéticas que recibe y refleja las restantes. Parte de las ondas reflejadas pueden ser captadas por nuestros ojos e interpretadas por nuestro cerebro según las longitudes de onda correspondientes".
Como ves, este párrafo nos dice claramente que el color no es precisamente la energía luminosa que golpea nuestras retinas, sino más bien, la interpretación que el cerebro hace de esa energía. Más correctamente, el color es la sensación que aparece en nuestro cerebro cuando éste reacciona ante la luz que toca nuestras retinas.
   Bien, por el momento vamos a interrumpir la historia de la TAC, pero cotinuaremos con ella en la próxima entrada.
¡Gracias por tu visita!