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miércoles, 30 de noviembre de 2011

Entrada # 9

¡De nuevo te doy la bienvenida a este blog, estimado lector!


Te dije en la entrada anterior que cierta tarde ya lejana escuché a través de la radio un fragmento del poema llamado El Mío Cid. Ahora, para continuar con la historia de la TAC, te diré que en aquel momento yo no era precisamente un fanático de la poesía -ni lo soy ahora, por cierto- y debo confesar que la parte del poema que escuché no me gustó en lo más mínimo. Eso hizo que me cuestionara a cerca de las razones que hicieron que el mencionado poema se volviera tan famoso. Estaba buscando mentalmente dichas razones cuando escuché que la locutora que participaba en el programa decía que tanto el fragmento recitado como el poema completo eran bellísimos. 
A pesar de que, como dije, sabía que el Mío Cid era bastante famoso, ese comentario me sorprendió un poco y me indujo a formularme la siguiente pregunta: ¿Por qué existen cosas, como este poema, que pueden tener dos cualidades opuestas entre sí al mismo tiempo? Me refiero a que todo parecía indicar que el poema era hermoso y horrible a la vez. 
La primera respuesta que se me ocurrió para esa pregunta fue que el famoso poema no tenía realmente esas dos cualidades. Lo que pasa -pensé- es que yo estoy equivocado y la locutora tiene razón. Con toda seguridad, ella sabe mucho más que yo de poesía, por tanto, si dice que el Mío Cid es bellísimo, así debe ser, aunque yo no le vea esa belleza por ningún lado.
Eso apaciguó mi curiosidad, pero sólo por un momento, pues luego se me ocurrió que en aquel preciso instante debían existir algunas personas suficientemente versadas en poesía y que tuvieran una opinión parecida a la mía con relación a ese poema. Eso indicaría que mi escaso apego a la poesía no era una razón valedera para concluir que el Mío Cid no poseía las dos mencionadas cualidades.
Para que te convenzas de que hay cosas o personas que ostentan o han ostentado en algún momento dos cualidades opuestas al mismo tiempo, voy a mencionarte el siguiente ejemplo: piensa en cualquier político que haya ganado alguna elección popular. Si revisaras las estadísticas de dicha elección, seguramente verías que esa persona no se llevó el cien por ciento de los votos.
Ese resultado nos indica que algunos de los votantes consideraron que dicha persona era apta para el puesto que consiguió, pero muchos de los que votaron en contra tal vez lo hicieron porque opinaban precisamente lo contrario. ¿Qué significa eso? Que hubo por lo menos un momento en que ese político tuvo dos cualidades opuestas a la vez y que, por tanto, es verdad que por lo menos las personas sí pueden estar en la situación en que parecía encontrarse el mencionado poema.
Después de algún tiempo encontré muchas otras cosas que ostentaban a la vez por lo menos dos cualidades opuestas y, al seguir reflexionando sobre el asunto, se me ocurrió que cabía la posibilidad de que, a pesar de que nosotros creemos que las cosas que conforman el universo están llenas de cualidades, no tuvieran realmente ningún atributo propio. Éstos, por tanto, serían sólo ideas o conceptos que no estarían realmente en las cosas, sino únicamente en nuestra consciencia.
Esa idea me pareció bastante lógica y me gustó, por eso quise darle categoría de hipótesis. Eso la convirtió en la siguiente expresión: "Todas las cosas que componen el universo carecen totalmente de cualidades propias".
El siguiente paso, por supuesto, era averiguar si esa afirmación era cierta o falsa.
Adelantándome un poco en mi narración, voy a decirte que mi hipótesis resultó ser correcta, pero me resultó bastante difícil convencerme de ello, pues en aquella época me pasaba -como quizá te pase a ti ahora- que conscientemente creía que las cosas no tienen cualidades propias, pero a nivel inconsciente no podía aceptarlo.
  De esto último hablaremos en la próxima entrada.
¡Gracias por seguir este blog!    
   



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