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lunes, 28 de noviembre de 2011

Entrada # 7

¡Hola, estimado visitante!


La tesis de Aristóteles, de la cual hablé en la entrada anterior, fue, como sabes, la reina de las teorías filosóficas durante casi veinte siglos. Sin embargo, al término de ese lapso ya estaba muy desprestigiada a causa de sus innegables defectos. Por eso, cuando René Descartes la conoció se decepcionó de ella. Pero este filósofo francés encontró también varios defectos en el resto de los sistemas filosóficos que existían en aquella época. En pocas palabras, Descartes llegó a la conclusión de que la filosofía de su tiempo era deplorable, fue por eso que decidió elaborar un nuevo sistema filosófico cuyos fundamentos fueran totalmente irrefutables.
¿Cómo procedió este genial filósofo a buscar esos principios? Nos lo dice él mismo en su libro "El Discurso del Método", del cual voy a permitirme transcribir lo siguiente:
   "Observé que, en lo relativo a las costumbres, se siguen frecuentemente opiniones inciertas con la misma seguridad que si fueran evidentísimas; y esto fue precisamente lo que me propuse evitar en mi búsqueda de la verdad. Quería rechazar todo lo que me ofreciera la más pequeña duda para ver después si había encontrado algo indubitable.
Como a veces los sentidos nos engañan, supuse que ninguna cosa existía  del mismo modo que nuestros sentidos nos la hacen imaginar. Como los hombres se suelen equivocar hasta en las sencillas cuestiones de geometría, consideré que yo también estaba sujeto a error y rechacé por falsas todas las verdades cuyas demostraciones me enseñaron mis profesores. Y, finalmente, como los pensamientos que tenemos cuando estamos despiertos, podemos también tenerlos cuando soñamos, resolví creer que las verdades aprendidas en los libros y por la experiencia no eran más seguras que las ilusiones de mis sueños.
Pero enseguida noté que si yo pensaba que todo era falso, yo, que pensaba, debía ser alguna cosa, debía tener alguna realidad; y viendo que esta verdad: pienso, luego, existo era tan firme y tan segura que nadie podría quebrantar su evidencia, la recibí sin escrúpulo alguno como el primer principio de la filosofía que estaba buscando.
Examiné atentamente lo que era yo, viendo que podía imaginar que carecía de cuerpo y que no existía nada que en mi ser estuviera, pero que no podía concebir mi no existencia, porque mi mismo pensamiento de dudar de todo constituía la prueba más evidente de que yo existía -comprendí que yo era una substancia, cuya naturaleza o esencia era a su vez el pensamiento, substancia que no necesita ningún lugar para ser ni depende de ninguna cosa material; de suerte que este yo -o lo que es lo mismo, el alma- por el cual soy lo que soy, es enteramente distinto del cuerpo y más fácil de conocer que éste.
Después de esto reflexioné en las condiciones que deben requerirse en una proposición para afirmarla como verdadera y cierta; acababa de encontrar una así y quería saber en qué consistía su certeza. Y viendo que en la afirmación yo pienso, luego, existo nada hay que me dé la seguridad de que digo la verdad, pero en cambio comprendo con toda claridad que para pensar es preciso existir, juzgué que podía adoptar como regla general que las cosas que concebimos muy clara y distintamente son todas verdaderas; la única dificultad estriba en determinar bien qué cosas son las que concebimos clara y distintamente".
  Así fue como Descartes descubrió el postulado fundamental de su sistema filosófico, pero de esto vamos a hablar en la siguiente entrada. Por el momento ya debo despedirme. 
¡Gracias por tu visita! 

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