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martes, 13 de diciembre de 2011

Entrada # 22

¿Como estás hoy, querid@ amig@?


En la entrada anterior te dije que, aunque casi todos los filósofos del pasado estuvieron de acuerdo en que la parte de nosotros que se encarga de percibir el mundo externo es abstracta, la TAC nos dice que eso no es posible porque no hay nada capaz de detectar la materia, excepto la materia misma.
  En otra parte del blog te había dicho que nuestras sensaciones son exactamente lo mismo que el movimiento o actividad de nuestras neuronas sensitivas.
  De estos dos conceptos podemos deducir que nuestro Yo está formado por el conjunto total de nuestras neuronas sensitivas. Pero esta afirmación puede dar pie a alguna controversia. ¿Por qué? Porque nuestras neuronas están hechas de materia y ésta es indestructible mientras que nuestro Yo es perecedero, por tanto, no puede ser un ente concreto o material.
  ¿Cómo podemos explicar eso? La respuesta es sencilla pero interesante, pues sirve también para explicar la existencia de cualquier otro ente.
  Dicha respuesta podría expresarse de la siguiente manera: "Toda existencia es artificial y relativa".
  Como sabes, un producto artificial es aquel que está elaborado por la "mano" del hombre. También sabes que todos los objetos, concretos o abstractos, están constituidos por sensaciones y que nosotros elaboramos esas sensaciones. De ahí puedes deducir fácil y correctamente que nosotros construimos esos objetos.
  Ahora bien, la existencia, sea del tipo que fuere, no es más que un objeto abstracto, es decir, uno de esos objetos que nosotros elaboramos, por tanto, la existencia de todo y de todos no es más que un producto humano, es decir, artificial.
  Eso implica que la existencia es relativa, lo cual significa que depende de algo o de alguien. Y, efectivamente, depende del perceptor que, por cierto, es también su constructor. 
  En otras palabras, nada, ni siquiera la existencia puede existir mientras nadie la perciba y le adjudique al mismo tiempo su ser.
  Así, podríamos decir que nuestro Yo sólo existe mientras él mismo se percibe y se adjudica su existencia. Para que esto último ocurra, nuestras neuronas tienen que estar activas y funcionando adecuadamente. Esto nos dice que, aunque nuestro Yo está hecho de neuronas, sólo existirá mientras éstas funcionen suficientemente bien. En otras palabras, nuestro Yo está hecho de neuronas, pero de neuronas vivas. Cuando éstas mueren, el Yo desaparece. Esto, dicho sea de paso, sirve para reafirmar que el Yo es un producto abstracto.
  ¡Gracias por tu visita y espero "verte" en la entrada número veintitrés!

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